Creer, pero CREER de VERDAD...
Alguna vez han sentido unas ganas enormes de CREER? Yo sí… pero tampoco he tenido la suficiente convicción para hacerlo, no se me ha parecido Dios ni La Virgen, ni ningún santo. He rezado mucho, para recibir ciertos favores, que al final son como deseos, y siempre me ha desilusionado bastante el ver que mis deseos no se hacen realidad, aparte de seguir el consejo de mi madre de “encomendarme a Dios”, pero y si lo hago todos los días para realizar cualquier actividad a priori, como mi mamá siempre me pide hacerlo, pues que tal si una día (o una noche) las cosas salen mal, me persino antes de salir a la calle y me atropellan o me asaltan, o me secuestran o q sé yo! En mi búsqueda de siempre encontrar responsables de las cosas que me pasan y culparlos, terminaría echándole la culpa a Dios, que en caso de existir me castigaría por culparlo (y de paso dudar de él) de mi mala suerte (…pero si he sido una buena persona y siempre me encomiendo a TI…!?) así que pues para evitarme esas situaciones incómodas, pues mejor no creo y tampoco culpo a nadie.
Pero a veces quiero CREER, quiero sentir el alivio que provoca la oración, reconfortarme al saber que alguien súper-poderoso y súper-amoroso me cuida desde El Cielo, sin sentir celos de que también está haciendo lo mismo con 6mil millones de personas q habitan esta tierra, aunque sentir que el corazón me arde en llamas y como entro en éxtais por horas, sería lo más… quiero ser santa, tener estigmas en el pecho, en los pies y en el costado, que cuando me muera mi cuerpo quede incorrupto, delirar por las mañanas y vivir extasiada… qué sí se pondrían como si se hubieran metido una tacha??? Imagínate a San Francisco de tacha, wow… hablando con los animales, sería genial, y a Santa Teresa de ácido? Orale… esa pastilla no era una aspirina, era una tacha.
A veces quisiera CREER, pero creer de VERDAD…
En mis correrías literales y en una de mis revistas favoritas (neo2) encontré un texto de Fátima Eiras el cual se titula Credo y q me ha gustado bastante y de alguna u otra menara me identifico con él y me tomé la libertad de transcribirlo para así compartirlo con ustedes mis muy queridos lectores…
Mi devoción por la religión es ante todo una decisión de compromiso. Recibí la educación católica, pero, topé con un mundo exterior que nada tenía que ver con las normas y formas de la religión cristiana. Mis inquietudes, además, iban en contra del catolicismo. Dejé de preguntar por que las respuestas sólo me transmitían miedo hacia todo, sin más. Mis padres, supuestamente católicos, se divorciaron. Tiré la toalla y me rebelé. Dejé de comportarme como una católica exterior, ansiaba vivir y experimentar lo que se me ofrecía y, si Dios me había dado la vida, no podía creer que no me dejara vivirla. Así que salté al vacío de mi generación y guardé en el corazón un catolicismo interior basado en conversaciones nocturnas con “m2, myself and I”, y, a veces, con Dios. Por lo tanto, siempre supe disponer de una protección especial, una especie de permiso para todo. Me forjé una personalidad reservada, fría, fuerte y fui abducida por los deseos y sueños del megamix de los 80. Cuando me quedé embarazada a los 18, aborté sin dudar y, después, no encontré a nadie a quien contarle que estaba triste. ¡No me pegaba para nada haberme sentido madre, de repente, en un aborto!
Mi madre decía que eso era algo que nunca perdonaría (“huuuuuy, eso sí que no”) y en la tele decían que la iglesia lo excomulgaba. La perdición. Probé también las drogas, pero en cuanto me empezaron a sentar mal, lo dejé (no fue tan fácil, pero bueno). Aún así seguí saliendo por la noche sin drogarme y sin meter charlas a nadie. Total que a los 25 años ya había vivido todo lo que había soñado: era independiente, tenía el trabajo que quería, era respetada, había conocido el amor… Y, sin embargo, no era feliz. Empecé a frecuentar iglesias, no iba a misa ni nada de eso, simplemente me sentaba y decía ¿qué pasa?
Recuerdo andar por la calle y sentir que me ardía el corazón…como una llamada. ¿Cómo se explica ese amor?, ¿cómo se prueba? No sé. Un día no pude más y dije: “Mira, si TU me quieres, que sepas que yo también” así que me planté en una iglesia y confesé toda mi vida. (¡Qué alivio, por favor!). La conversión. Después de todo sigo siendo la misma. Cada vez que digo que soy católica provoco convulsiones humanas y debo justificarlo todo el rato, es un coñazo, Vivo mi fe como puedo, por supuesto, siento que la iglesia debe realizar una reforma en muchos aspectos, la homosexualidad, el sida, la educación, etc. Pero cuando voy a la iglesia no le echo las culpas de nada, yo voy cada domingo a encontrarme con Dios y punto. ¿A qué me ha ayudado? A mostrarme como soy, a comunicarme, a buscar la paz, a no juzgar, a no querer echar mas gente de mi vida, a aceptar lo bueno y lo malo, a saber pedir perdón… en definitiva, a intentar ser mejor persona porque “un cristiano no nace, se hace”.
Pues así las cosas… me parece buen texto, pero me pareció mucho mejor la primera vez que lo leí… ay dios…!
1 Comments:
Hola,
Soy Fátima. Te escribo porque no sé cómo ví que habías hecho una reseña del texto que escribí hace años en Neo2. Quiero decirte que a mí, cuando lo escribí, también me gustó mucho pero que, hoy por hoy, no es que me haya dejado de gustar sino que no estoy de acuerdo con lo que escribí. Es más, quiero apostatar si es posible, si me dejan, porque creo que lo hacen muy difícil. Creo en Dios, no puedo dejar de creer en él, pero después de ver lo que es la iglesia y de verlo te aseguro muy bien, leo este texto y no me veo identificada. Yo no puedo creer en una iglesia que dice que el amor es el matrimonio heterosexual nada más y que ser un buen cristiamo es no utilizar el preservativo. Y más cosas que dicen, pero estas dos, de verdad, que me enervan. En fin chico, que no podía dejar de escribir este comentario. Muchas gracias de todas formas por publicar mi texto.
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